El uso (y abuso) de filtros solares químicos, está cada vez más cuestionado tanto por los consumidores en general, como por la propia industria cosmética, pero antes de ver el porqué de esta controversia, vamos a empezar con un poco de info general sobre lo que es la radiación solar, el llamado FPS (Factor de Protección Solar) y su funcionamiento, y los diferentes tipos de filtros que existen en el mercado.
LA PROTECCIÓN SOLAR
El sol es imprescindible para la vida, necesario para la síntensis de la vitamina D, que favorece la circulación sanguínea y la piel, así como en la mejora de la actividad neuronal. Sin embargo, una exposición intensa o crónica puede acarrear efectos muy negativos, relacionados incluso con la aparición de melanoma. El cuerpo humano cuenta con su propia protección: la melanina, un pigmento que impide que las radiaciones solares más perjudiciales penetren en la piel, estimulando su producción por la exposición solar de forma gradual.
La luz del sol, al llegar a la tierra, se descompone en disitintos tipos de radiación, entre los que encontramos las radiaciones Ultravioleta. Existen:
- UVC: son las de mayor energía, y por tanto las que tienen más capacidad de producir quemaduras. Son retenidas por la capa de ozono
- UVB: parte de esta radiación es retenida por la atmósfera, pero no toda. Su efecto es acumulativo y pueden originar enfermedades cutáneas muy graves.
- UVA: llegan directamente, estimulan el bronceado, pero si no se toman las precauciones adecuadas, provocan quemaduras, envejecimiento de la piel, aparición de manchas y otras afecciones graves.
EL FACTOR DE PROTECCIÓN SOLAR (FPS)
El FPS mide la eficacia de los protectores solares contra los rayos UV. Su cálculo es complejo pero para facilitarlo podemos decir que el FPS expresa el tiempo que tardaremos en quemarnos tras su aplicación en comparación al tiempo en que lo haríamos en caso de no tener ningún tipo de protección. Así, si con la piel limpia nos quemaríamos en, por ejemplo, 10 minutos, con un protector solar con FPS 30 nos quemaríamos en 30 (del FPS) x 10 minutos: tardaríamos 300 minutos en quemarnos.
También podemos explicarlo así: un protector solar con FPS 15 bloqueará 14 “dosis” de radiación y con la 15ª nos quemaremos, es decir bloquea 14/15 de los rayos UV, y haciendo una sencilla cuenta, comprobamos que su efectividad es de 93.3%. Mediante este mismo cálculo, un protector con FPS 30, nos protegerá de un 96.7% (29/30) de la radiación, mientras que un FPS 60 lo hará en un 98.3% (59/60) Por ello, vemos que la diferencia entre la eficacia con la que nos protege un protector con FPS30 y otro con FPS15 no es muy significativa. Lo que sí variará es la frecuencia con la que tengo que aplicar dicha protección.
Por otro lado, los filtros solares tienen una capacidad limitada de absorber los rayos UV, por lo que aumentar su cantidad no nos proporcionará un extra de protección pero sí aumentará el riesgo a que sus componentes puedan tener efectos nocivos sobre nuestra piel.
Por lo tanto en algunos países como España, no están permitidos protectores con FPS mayores a 50 para evitar la falsa sensación de estar protegidos que nos proporcionan productos marcados como FPS 80, FPS 100, “protección total”, “pantalla total”, etc. Estos protectores suelen costar mucho más caros que los SPF 15 o 30, sin darnos una protección drásticamente mayor (ni mucho menos una protección completa).
FILTROS FÍSICOS VS FILTROS QUÍMICOS
Hay varias diferencias entre ambos tipos de filtros para protegernos de la radiación solar. Enumeramos algunas:
Filtros químicos: son de origen químico y penetran en la piel (es por esa razón por la que hay que aplicarlos 20 minutos antes de exponernos al sol) Sus moléculas absorben las radiaciones solares captando su energía y cada molécula absorbe sólo un tipo de radiación, por eso se incorporan varios en una misma crema. Este tipo de filtros químicos están relacionados con problemas de alergias y algunos son altamente liposubles, por lo que se acumulan en la grasa de nuestro cuerpo sin que existan actualmente estudios sobre sus posibles efectos a largo plazo (bioacumulables).
De la misma manera, muchos de ellos se han mostrado como disruptores hormonales y alteradores del sistema nervioso (benzofenona)
El INCI de los filtros químicos más conocidos y a evitar es : Benzophenone, Camphor Benzalkonium Methosulfate, Octocrylene, Butyl Methoxydibenzoylmethane, Drometrizole Trisiloxoane, Ethylhexyl Methoxycinnamate, Ethylhexyl Triazone, Homosalate, Isopropyl Dibenzoylmethane.
Filtros físicos: dióxido de titanio y óxido de zinc. Estos compuestos actúan como espejos que reflejan las radiaciones UVA y UVB, creando una barrera física. Al no penetrar en la piel, quedan en su superficie sin generar alergias o reacciones. Son los únicos filtros solares permitidos en Cosmética Natural y Ecológica.
Además del dióxido de titanio y el óxido de zinc, muchos ingredientes que usamos en cosmética natural tienen filtros solares naturales. De esta manera podemos reforzar la protección en nuestras formulaciones, a la vez que cuidamos nuestra piel. Algunos de ellos son la manteca de karité, aceite de burití, aceite de germen de trigo, aloe vera, vitamina E, etc.
Este tipo de filtros y aceites (y nuestro propio sentido común) pueden ayudarnos perfectamente a estar protegides del sol; sin dañar nuestro organismo, sin contaminar las aguas. ¡Por un verano consciente y sostenible!